República Dominicana: lecciones aprendidas en la pandemia

República Dominicana: lecciones aprendidas en la pandemia
Imagen publicada en el Facebook del Ministerio de Salud Pública de la República Dominicana

Un sistema de salud robusto, mejor participación e integrar el enfoque epidemiológico al clínico, entre los principales aprendizajes que dejó esta crisis para el país.

Los efectos del COVID-19 continúan impactando nuestra cotidianidad.

En lo inmediato, viviremos amenazados por la posibilidad de una nueva pandemia, del mismo COVID-19 o de otro patógeno. Por lo tanto, urge reflexionar críticamente sobre los aprendizajes logrados en el combate contra el coronavirus.

La intención de ello es poder anticiparnos al problema; es decir, adelantarnos a los acontecimientos para reducir el impacto de nuevas amenazas.

Esto no solo es necesario sino que es posible. Por lo menos lo ha sido para el estado indio de Kerala. Su experiencia con otra epidemia (la del virus Nipah) los preparó para el COVID-19. Lograron contener el número de contagios y muertes, además de haber cortado la transmisión comunitaria.

Veamos nuestras conclusiones acerca de las lecciones aprendidas ante el COVID-19:

  1. Se necesita una autoridad sanitaria de alta capacidad técnica y alta legitimidad.

Las debilidades de la autoridad sanitaria en el ejercicio de la función de rectoría del sistema de salud limitan las intervenciones contra la pandemia.

Se requiere una mayor cualificación del personal profesional de la autoridad sanitaria, tanto a nivel central como territorial, para poder liderar el proceso basado en evidencia y en el análisis de las intervenciones.

También podría ser conveniente mejorar los programas de formación y garantizar la estabilidad de este personal.

  1. Cuanto mayor es la desigualdad social, más difícil resulta la gestión de las intervenciones.

A mayor inclusión social, mayor la viabilidad de las intervenciones. Por ejemplo, cuando se plantea que se queden en casa «se descubre» que más de la mitad de la población no tiene cómo cumplir con ello.

El análisis de las desigualdades y el desarrollo de un enfoque de equidad en las intervenciones deberían ser las acciones a tener presentes.

  1.  En la gestión de las intervenciones ante la pandemia y amenazas similares, el enfoque clínico no debe sustituir al enfoque epidemiológico.

El paradigma aún dominante en salud se caracteriza por una visión centrada en la curación de la enfermedad, sobre la base de un modelo biológico.

En el manejo de la pandemia, a mayor presencia del enfoque clínico, mayor dificultad para comprender el comportamiento de los casos.

Por ejemplo, el registro de los casos por fecha en que se confirmaron -sin importar cuándo iniciaron las manifestaciones-, la necesidad de confirmación objetiva del caso y la información sobre los eventos en valores absolutos o mediante prevalencia acumulada en lugar de emplear tasas no favorecen el accionar contra estos tipos de problemas.

  1. A mayor participación privada, más complejo es el escenario y más difícil su gestión.

Los países con mejores logros en su mayoría poseen sistemas públicos robustos de amplio acceso y cobertura. La presencia privada incorpora otros intereses y, en muchas ocasiones, de alta presión social y política.

El norte a seguir ha de ser el desarrollo de un sistema público de atención en salud, a partir de redes de servicios de salud (por servicios o por procesos), sobre la base de la “Atención Primaria de Salud” (APS).

  1. Sin la participación de la población, el impacto de las intervenciones pierde potencialidades.

Limitar o impedir la participación de las personas y sus organizaciones dificulta los trabajos e incluso puede impedirlos.

La intención sería favorecer el empoderamiento de la población y desarrollar conductas saludables.

Para ello se ha de mejorar y reenfocar la inversión, tanto en salud como en educación.

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