La Cuarta Revolución Industrial o Revolución 4.0, continúa su amplio y veloz recorrido hacia la transformación digital de múltiples tareas que desarrolla el ser humano en cualquier parte del mundo, buscando “eficientar” procesos, llevar a cabo toma de decisiones automatizadas, prevenir situaciones de riesgo social (enfermedades, accidentes viales, prevención de la delincuencia, etc.), así como dotar de herramientas para mejorar la educación, la productividad y la creatividad, entre muchas otras acciones.
Este disruptivo y violento cambio en la existencia humana local, regional y mundial, está revolucionando los sistemas sociales, políticos, económicos y de producción, al grado de agruparlos, clasificarlos y controlarlos a través del Big Data (datos masivos que crecen de manera exponencial con el paso del tiempo.). El Big Data se convierte en la materia prima de la Inteligencia Artificial, utilizando el machine learning para identificar patrones en datos masivos y elaborar predicciones que darán como resultado soluciones a problemas complejos.
Dataísmo, término para describir la teoría de que en un mundo hiperconectado, a través de la Inteligencia Artificial y el Internet de las Cosas, los datos sociales serán la fuente de organización y desarrollo de las comunidades futuras.
Los tecno-futuristas, con formación en la rama social analizamos, desde una perspectiva científica y filosófica, cómo se comportan los datos frente a las cambiantes formas de convivencia social provocadas por la Revolución 4.0, la cual está generando nuevas realidades, crisis de identidad, segmentación de públicos y desigualdad social, afectando directamente las relaciones interpersonales; llevando a las sociedades a situaciones de anarquía ante la falta de autoridad política y de una legislación que procure la ética y el pleno respeto de los derechos humanos en el desarrollo y uso de herramientas, aplicaciones, productos y servicios digitales.
Como parte de la estrategia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los llamados Macrodatos son considerados con un valor incalculable, su recopilación y análisis ayudan a crear estrategias para atender las necesidades sociales más apremiantes, de carácter multidimensional y multisectorial, como la pobreza, la reducción de las desigualdades, la salud, el bienestar, la paz, instituciones sólidas, el trabajo y el crecimiento económico, de entre los 17 ODS.
De acuerdo con estimaciones realizadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 90% de los datos en el mundo se ha creado en los últimos dos años y se predice un crecimiento de un 40% anual. El aumento de la demanda de información se potenció debido a la pandemia de la COVID-19, recogiendo datos sociales a través de las interacciones cotidianas con productos o servicios digitales en teléfonos móviles, tarjetas de crédito, y en la continua y cada vez más creciente interacción en las redes sociales digitales.
La creación, recopilación y autogeneración de datos sociales, de forma voluntaria e involuntaria, es una muestra que el mundo presente y futuro estará regido y controlado por ellos.
Aunado a esto, debemos tomar en cuenta que el manejo y uso de datos para atender las necesidades sociales de los países iberoamericanos plantea diversos desafíos éticos, tecnológicos y de gobernanza. Uno de los desafíos más significativos, que se presenta en los países de mayor pobreza o con problemas político – sociales relacionados a regímenes que no apoyan la ciencia y tecnología, es el de acortar la brecha y la equidad digital, en donde preexiste un acceso desigual a la tecnología y a la conectividad, excluyendo a ciertos grupos de la participación en iniciativas requirentes de datos.
La perpetuidad de las desigualdades sociales requieren de planeación, de fuertes inversiones económicas y de políticas públicas encaminadas a expandir la infraestructura de telecomunicaciones y de acceso a Internet en áreas remotas, lo que facilitaría la recopilación de datos para dar solución a problemáticas sociales focalizadas, fomentar la participación activa de las comunidades, lograr su inclusión en la economía del sector rural y a darles acceso a oportunidades educativas y laborales, entre otros servicios esenciales que pueden ser solucionados gracias a la valiosa información que contienen los datos recopilados.