Día Internacional de los Pueblos Indígenas, ¿motivos para celebrar?

Día Internacional de los Pueblos Indígenas, ¿motivos para celebrar?

Desde que el 23 de diciembre de 1994, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas, cada 9 de agosto se convierte en un momento propicio para recordar y reflexionar sobre las múltiples tareas pendientes para que los enunciados y principios del derecho internacional sobre Pueblos Indígenas sean realmente aplicados en la práctica.

Empecemos por recordar la historia de esta importante fecha. En diciembre de 1990, la Asamblea General de Naciones Unidas, mediante Resolución 45/164 proclamó 1993 como el Año Internacional de las “Poblaciones” Indígenas del Mundo con el fin de reforzar la cooperación internacional para la solución de los problemas que enfrentaban los Pueblos Indígenas en ámbitos clave de como educación, salud, preservación ambiental, etc., en definitiva, lo que conocemos como “desarrollo”.

Luego de la aprobación de la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas el 13 de septiembre de 2007, el término “Pueblos Indígenas” reemplazó al de poblaciones indígenas que se había utilizado desde 1994. Sin embargo, más allá de un asunto estrictamente semántico, lo realmente importante es que esta Declaración marca un antes y un después en el reconocimiento internacional de nuestros derechos como pueblos y hace que cada 9 de agosto hablemos del Día Internacional de los Pueblos Indígenas.

Digo hablemos y no “celebremos” porque ante la situación que vive la mayoría de los pueblos indígenas en el mundo, vale la pena preguntarse ¿verdaderamente tienen hoy los pueblos indígenas motivos para celebrar?

Responderé a esta pregunta más adelante, pero antes quiero contextualizar que cuando se declaró este día internacional a mediados de la década de 1990, existía una pequeña apertura de mención, presencia y recordatorio de los pueblos indígenas, tanto en las agendas nacionales, como a escala internacional a nivel de las Naciones Unidas.

En aquel momento, el 9 de agosto se convirtió en una bandera de lucha que permitía a los y las líderes indígenas una reivindicación internacional de sus derechos para exigir a los Estados su pleno cumplimiento.

¿Cuál es la situación hoy?

Ahora volvamos nuevamente al año 2022, después de una pandemia mundial que debió abrirnos los ojos como humanidad y hacernos escuchar lo que hace tiempo vienen diciendo nuestros pueblos sobre la urgencia de reconectar con la Madre Tierra.

Ante la situación que actualmente viven los pueblos indígenas ¿verdaderamente tenemos motivos para celebrar este Día Internacional?

Ya entrada la segunda década del siglo XXI, nuestros pueblos siguen viviendo una situación deplorable, con índices alarmantes de pobreza, marginación, exclusión y represión sistemática por promover y defender sus derechos y la gobernanza sobre sus territorios ancestrales para protegerlos de la extracción indiscriminada de recursos. Aquí es necesario recordar que el mundo debe a los pueblos indígenas la conservación y mantenimiento del 80% de la biodiversidad del planeta.

Pese a ello, muchas comunidades están sufriendo el despojo constante de sus tierras, territorios y recursos naturales a través de las áreas protegidas, la criminalización de dirigentes y la violencia contra sus mujeres e incluso la sustracción y apropiación indebida de diseño artístico y o el robo de los conocimientos científicos indígenas sin la consulta para el consentimiento, previo, libre e informado.

Estas y otras violaciones a los derechos individuales y colectivos y las condiciones de vida hacen que el Día Internacional de los Pueblos Indígenas se vuelva más una ofensa que una celebración, más una vergüenza que una conmemoración.

Es un día que llama a renovar el compromiso por saldar la deuda histórica que existe entre los derechos escritos en el papel y la situación real en la que viven nuestros pueblos.

Momento de actuar

Por todo lo anterior, quiero enumerar algunos desafíos que es urgente asumir desde las Naciones Unidas, los organismos multilaterales, los Estados, los gobiernos y la sociedad en su conjunto para expresar de forma práctica y concreta la voluntad de poner en marcha planes y políticas públicas que eliminen de fondo el racismo, la discriminación y otras injusticias históricas.

Es momento de cambiar las relaciones de desigualdad e injusticia que aún persisten.

Vale la pena empezar a respetar en profundidad los derechos individuales y colectivos de los Pueblos Indígenas. Urge que los Estados y los gobiernos desarrollen planes y programas que vayan de acuerdo con el espíritu y principios de la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUPI), que mandata instrumentos nacionales y regionales que garanticen la vida, identidad, cultura, cosmovisión, sistemas propios y el derecho a la libre determinación, autogobierno, y autonomía de los Pueblos Indígenas.

Para cumplir estos compromisos, es urgente que en los espacios multilaterales donde se discuten políticas vinculadas a Pueblos Indígenas se deje de mezclar conceptos, no se equipare a los pueblos indígenas a minorías, comunidades locales o se les trate como seres vulnerables, ya que esto rebaja el estándar mínimo logrado en la Declaración y en la práctica también mina los derechos.

Todavía estamos a tiempo de devolver a los pueblos indígenas el lugar que les corresponde en la historia y al mismo tiempo es momento de que los propios pueblos indígenas sigan fortaleciendo sus exigencias, sus luchas y sus reivindicaciones para lograr el pleno cumplimiento de los derechos reconocidos en la Declaración.

Quisiera que el 9 de agosto del próximo año 2023, en lugar de denunciar el incumplimiento de los derechos, como ocurre actualmente, podamos celebrar verdaderos avances en su aplicación para las mujeres, la juventud, la niñez y todos los indígenas en general en todos los países del mundo.

Quisiera que el 9 de agosto de 2023 en lugar de denunciar el incumplimiento de los derechos podamos celebrar verdaderos avances en su aplicación

Por eso apelo a la responsabilidad de quienes tienen poder de decisión a nivel nacional e internacional para que den un giro al trato actual hacia los Pueblos Indígenas y podamos lograr avances sustantivos en las condiciones de vida de nuestros pueblos.

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