Deshidratar frutos como idea para la seguridad alimentaria

Un proyecto de innovación ciudadana busca mejorar las condiciones del segundo pueblo indígena amazónico más numeroso de Perú

Deshidratar frutos como idea para la seguridad alimentaria
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Los Awajún de la comunidad Sachapapa producen 1.530 toneladas de piña al año, aunque no todas llegan a Lima. Sus habitantes tienen una tierra muy fértil que genera grandes cantidades de alimentos, pero también una ubicación geográfica difícil que hace que parte de ellos se echen a perder antes de alcanzar la capital, donde se centraliza la distribución. Su caso llamó la atención de un equipo multidisciplinar que formó parte del Laboratorio de Innovación Ciudadana de Perú de 2023, convocado para avanzar en seguridad alimentaria.

Tras estudiar el caso, sus integrantes apostaron por prolongar la vida del producto y darle valor añadido con una deshidratadora de baja tecnología. “Lo que planteamos fue qué pasaría si los frutos que tienen, empezando por la piña, se pudieran deshidratar para darles un valor agregado y que no se descompusieran en la distribución, como ocurre ahora”, explica la mexicana Elizabeth Gómez, diseñadora industrial, que participa por tercera vez en uno de los laboratorios de innovación impulsados por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB). Al proyecto le denominaron Yumi. “Es una palabra que allí significa agua, pero que también suena como delicioso (en inglés, yummy)”, cuenta Gómez.

Elizabeth Gómez: “No hay mejor solucionador de un problema que quien lo está viviendo”

En el último año de su maestría en Innovación Social, Elizabeth Gómez comenzó a investigar sobre cómo trasladar y adecuar a los territorios los métodos diseñados en los laboratorios colaborativos. El equipo del proyecto Yumi lo componen, además de Gómez, el promotor Misael Shawit Musolini, de la comunidad Sachapapa; el gestor Felipe Zucchetti Galdos, de Lima; la especialista en estándares de la seguridad alimentaria Miluska Calixtro Zarate, de Tarapoto, y la gestora en logística y producción agrícola de Lima, Jahiry Yeraldin Villantoy Velazco.

En el LABIC de Perú, que tuvo lugar en noviembre de 2023, Yumi fue uno de los seis proyectos desarrollados por un total de 50 personas procedentes de Perú, Argentina, Bolivia, Cuba, Colombia, México, Nicaragua y Paraguay con el fin de aportar soluciones innovadoras para avanzar en seguridad alimentaria en Iberoamérica. Entre ellos, se encontraban otros dos proyectos propuestos por Perú: uno para producir semilla de tilapia ecológica y un chatbot que mejora la vigilancia nutricional de los comedores públicos. Las otras tres iniciativas buscaban visualizar información de satélites para pronosticar sequías, permitir a pequeños productores medir la calidad del suelo y aumentar tanto la producción local de legumbres como su consumo interno.

Uno de los pilares de estos proyectos de innovación ciudadana es concebir al ciudadano como “mucho más que un ser de consulta”, explica la diseñadora de Yumi. Se trata, señala, de que se convierta en protagonista de las soluciones a sus problemas. “Lo más valioso que yo he encontrado es que todas las personas son innovadoras. No hay mejor solucionador de un problema que quien lo está viviendo”, asegura.

 

Esta comunidad originaria, ubicada en el noreste de Perú, tiene una amplia tradición cultural vinculada a la agricultura sostenible, con la piña como uno de sus productos clave. Producen el 0,3% del total nacional de esta fruta en sus 25,5 hectáreas de terreno. Utilizan la piña para el consumo propio y también la comercializan dentro de la misma comunidad y en las vecinas Saramiriza, Félix Flores y Santa María de Nieva. Pero su producción excede la demanda de proximidad. “La distribuyen ellos de uno a uno, la gente va y los encuentra en espacios que están cerca de la carretera”, relata Gómez, que estudió con sus compañeros de proyecto la realidad de la zona para diseñar su propuesta. El problema es que a lo largo de esa cadena, una parte de los alimentos se echan a perder antes de alcanzar Lima.

El proyecto Yumi para la deshidratación de piñas está ahora en la fase “post-LABIC”. Es decir, ahora los diseñadores, con el producto diseñado, visitarán la en mayo para capacitarlos en la construcción de sus deshidratadoras y adecuar los espacios de los que disponen para la manipulación de estos alimentos.

El modelo de deshidratadora que han diseñado es de baja tecnología y está pensado para aprovechar uno de los grandes recursos naturales de los Awajún: la exposición al sol de su territorio. “Ellos viven en una comunidad donde abunda la luz solar, por lo que para el proyecto hemos optado por un tipo de deshidratación a partir del sol”, indica la diseñadora, cuya creación tiene código abierto, un archivo de 3D que se puede imprimir en otros espacios.

 

Piña transformada en chips y suplementos 

“También buscaremos la manera de adquirir herramientas para poder crear una economía circular. Por ejemplo, darle a esa piña deshidratada un valor agregado con la sal amazónica, de la que son grandes productores”, explica la diseñadora. La idea del proyecto Yumi es que las piñas de los Awajún se puedan vender deshidratadas como aperitivo, al estilo de unas chips saludables, pero también que se utilicen transformadas en polvo para suplementos alimenticios e incluso puedan convertirse en vinagres y detergentes.

El equipo de Yumi explora colaboraciones con una empresa emergente de distribución y con cámaras de comercio. Uno de los retos que tienen para desarrollar el proyecto es el acceso al espacio geográfico de la comunidad, que requiere usar avión y balsa para llegar, a lo que se suman las dificultades con la comunicación y el acceso a internet.