En el paso de la niñez a la edad adulta se atraviesan cambios físicos y psicológicos que incluyen el rápido desarrollo neurológico y la vulnerabilidad ante una variedad de influencias positivas y negativas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún tipo de dolencia mental: trastornos emocionales y del comportamiento, psicosis, trastornos de la conducta alimentaria, suicidio, autolesiones y conductas de riesgo como el consumo de sustancias o las prácticas sexuales de riesgo son las principales.
Pese a que la OMS no considera aún como trastorno la adicción a Internet, al móvil o a las redes sociales, en los últimos 15 años, la exposición a la infinitud de contenidos en línea aumenta la probabilidad de vivir experiencias adversas desde la salud mental. Permanecer vigilantes para proteger a los menores ante el fenómeno es fundamental para defender unos derechos que ahora se trasladan al ámbito digital.
Hay procesos neurológicos literalmente secuestrados por plataformas construidas para ser adictivas
“El estado de la salud mental de la infancia y adolescencia de América Latina y el Caribe es alarmante. Según nuestras cifras,uno de cada siete niños, niñas y adolescentes vive con un trastorno mental diagnosticado, mientras queel suicidio es la tercera causa de muerte en adolescentes entre 15 y 19 años”, indicó Garry Conille, Director Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, en la V Cumbre Mundial de Salud Mentalcelebrada en Argentina en octubre de 2023.
Esto significa que, en la región, casi 16 millones de niños, niñas y adolescentes entre los 10 y los 19 años viven con algún trastorno mental, según el mismo informe de UNICEF, que también señala que la pandemia y el incremento de uso de redes y contenidos digitales que provocó el confinamiento han agravado la situación y el acceso a la atención de salud mental sigue siendo un desafío, especialmente para los más vulnerables.
Ciberbullying, sexting, extimidad, FOMO… son nuevos términos para definir nuevas situaciones propiciadas por el uso diario y sin límites que niños, adolescentes y jóvenes hacen de las pantallas y las redes sociales para relacionarse, informarse y comunicarse con sus iguales.
También se han documentado efectos positivos de las redes, como sentir mayor aceptación o expresar mejor su lado creativo
Conocer y entender los comportamientos en la red que se están dando con mayor frecuencia entre los jóvenes para detectar e intervenir tempranamente en casos que podrían derivar en aislamiento, depresión o suicidio -la variable más preocupante de este fenómeno de exposición y consumo- es el primer paso para abordarlos.
Aislamiento, continuidad, recurrencia
La OMS ha hablado de Infodemia en relación al exceso de información a la que el individuo está sometido en Internet y que afecta fundamentalmente a niños y adolescentes, una audiencia vulnerable y todavía en proceso de formación.
La forma en que solíamos consumir los medios de comunicación siempre fue lineal y finita. La mente humana no está preparada para lidiar con el ecosistema de información y contenidos sin límite que brindan las redes y la exposición del cerebro de las nuevas generaciones a esa cantidad de estímulos podría estar afectando a su propia conformación cerebral. La antropóloga digital Rahaf Harfoush indica que hay procesos neurológicos que literalmente han sido secuestrados por dispositivos y plataformas que están específicamente construidos para ser tan adictivos, atractivos y estimulantes como sea posible.
La lógica de consumo de contenidos a través de los smartphones se parece mucho al modelo de programación de las máquinas tragaperras, basada en tres conceptos: aislamiento, continuidad y recurrencia. Al consumo aislado y repetitivo se une la ansiedad que generan las vidas perfectas de los influencers, que se presentan como modelos inalcanzables y por el que los menores se sienten culpables por carecer de esa vida perfecta, creando pautas de comportamiento como el “Síndrome de insignificancia”, acuñado por el psicólogo social Jonathan Hadith.
“La red social no es un placer compartido, es una adicción individualizada global. Una adicción que te separa de tu familia, tus vecinos, tus compañeros y tus profesores y te conecta con una comunidad sintética, que no existe fuera de la plataforma”, señala la escritora, ensayista y periodista Marta Peirano en una columna del diario El País. “Las empresas tecnológicas explotan a los niños y delegan las externalidades a su verdadera comunidad, que no son los usuarios de TikTok que comentan los bailes y dejan corazones. Es la que te busca cuando te vas al fondo y la que te lleva al médico cuando dejas de comer”.
Algunos datos
Aunque no se ha podido demostrar causalidad, diversas investigaciones han asociado el uso problemático de redes sociales a menores niveles de autoestima y a mayores niveles de depresión, ansiedad, sensación de soledad y problemas mentales en general.
- El 11,3 % de la población usuaria de Internet de entre 15 y 24 años está en riesgo elevado de hacer un uso compulsivo de los servicios digitales. La amenaza sube al 33% en la franja de edad de 12 a 16 años.
- Los trastornos mentales derivados del abuso de los servicios digitales provocan menor rendimiento académico y productividad en el trabajo.
- Fenómenos detrás del empeoramiento de la salud mental de adolescentes y jóvenes por el uso de redes sociales y servicios digitales: miedo a perderse algo (o síndrome FOMO), comportamientos adictivos, obsesión por determinados cánones estéticos, excesivo tiempo de uso de las pantallas, entre otros.
- Un 9,4% de jóvenes afirma haber recortado el tiempo que pasa presencialmente con sus amistades. Un 26% pasa bastante o mucho tiempo solo desde que usa dispositivos tecnológicos.
- En 2021 más de la mitad de la población adolescente y juvenil tenía la sensación de estar triste, decaída o desesperanzada, mostraba poco interés por hacer cosas y tenía problemas para concentrarse.
- También se han documentado efectos positivos del uso de redes sociales sobre la salud mental de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que tienen que ver con sentir mayor aceptación, expresar mejor su lado creativo o estar más conectados con lo que sucede en la vida de sus amistades.
Fuente: Impacto del uso de Internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes. Red.es, ONTSI, Digital Future ty, 2023.
A finales de 2021, momento en el que Facebook cambió su nombre por Meta, su exjefa del equipo de integridad declaraba en el Congreso a partir de una filtración de documentos realizada por ella misma al Wall Street Journal. La ejecutiva señaló que Marck Zuckerberg, CEO de la compañía, recibía informes internos sobre el daño que Instagram causa en los niños mientras preparaba el lanzamiento de Instagram Kids, una iniciativa que quedó paralizada.
Esas mismas filtraciones revelaron que el simple hecho de consumir determinado contenido en redes sociales influye en el estado anímico de los más jóvenes: más del 40% de los usuarios de Instagram reconoció que el sentimiento de no ser atractivo comenzó mientras usaba la aplicación.
Prevención y acción
Los expertos insisten en la necesidad de controlar y regular los algoritmos que eligen y adaptan las fotos y vídeos que un usuario menor de edad consume y que crean potencialmente una espiral de contenido dañino. Otros refuerzan la idea de educar a los jóvenes sobre cómo navegar en un mundo dominado por las redes sociales, equipándolos con herramientas para que tomen decisiones saludables por sí mismos.
“Todos los actores de la sociedad tenemos un rol que jugar respecto a la influencia de las redes sociales sobre la salud mental de niños, niñas y adolescentes. Es una responsabilidad compartida que nos convoca a todos para garantizar su bienestar en el mundo digital”, comenta Matías Irarrazaval, asesor regional sobre Salud Mental y uso de sustancias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Al consumo aislado y repetitivo se une la ansiedad que generan las vidas perfectas e inalcanzables de los influencers
En esa línea, la Fundación Universitaria Iberoamericana (FUNIBER) ha creado un programa formativo para Intervención en cibercomportamientos de riesgo en la etapa infantojuvenil con especial foco en el acoso escolar y el ciberacoso. El ciclo se orienta a profesionales de la psicología y la educación y a padres y madres que quieran desarrollar y fortalecer sus competencias parentales digitales para supervisar y guiar a sus hijos en un uso ético y responsable de las pantallas y redes sociales.
También es necesario interpelar a las plataformas de servicios digitales para que, más allá de los requerimientos legales, se impliquen de forma más intensiva en la consecución plena de los derechos digitales de la ciudadanía y, especialmente, de la infancia. “Las plataformas y redes sociales tienen la responsabilidad de implementar directrices éticas, mecanismos de moderación de contenidos dañinos, y promover espacios seguros”, insiste Irarrazaval.
“Como sociedad, necesitamos seguir sensibilizando frente a los desafíos de la era digital para regular y colaborar en el diseño de políticas integrales con participación multisectorial. Y la salud pública tiene un rol central en investigar estas interacciones e informar sobre intervenciones efectivas”, concluye el experto de la OPS.
Los jóvenes de España y Portugal estarán bajo el paraguas de protección de la DSA (Digital Services Act, por sus siglas en inglés) o Ley de Servicios Digitales, la principal pieza regulatoria de la UE para crear un entorno digital seguro donde los derechos fundamentales de las personas estén protegidos. Entra en vigor en 2024 y va a suponer un avance en el control de los contenidos que contribuyen a empeorar la salud mental de la población adolescente y joven.
En julio de 2023 tuvo lugar un encuentro organizado por el Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ) en su sede de Madrid. En él se firmó un protocolo de cara a la creación de un mecanismo de cooperación de carácter transnacional en materia de transformación digital junto al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el propio OIJ, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Gobierno de España (SEDIA).
En él, la entonces vicepresidente primera del Gobierno de España, Nadia Calviño, señaló que “existe una preocupación importante sobre el acceso de los jóvenes a determinados contenidos en Internet, el uso de las redes sociales y el posible impacto desde el punto de vista de la salud mental y la estabilidad emocional”. Por ello, se está impulsando un diálogo con los jóvenes, las familias, el ámbito escolar, las plataformas digitales y los operadores del sector de las telecomunicaciones con el fin de poner en marcha un marco regulatorio y de supervisión que garantice la protección de los jóvenes y menores.