Hacia un desarrollo con identidad para el “Buen vivir”

Los pueblos indígenas proponen nuevas relaciones de cooperación que superen la lógica donante-receptor y se alineen a sus prioridades y desafíos. Se abren nuevas oportunidades para más y mejor Cooperación Sur-Sur y Triangular con los pueblos originarios.

Hacia un desarrollo con identidad para el “Buen vivir”

¿Cómo entienden los pueblos indígenas la pobreza o el desarrollo? ¿Cómo se mide el bienestar desde la cosmovisión indígena? Las comunidades indígenas no hablan de desarrollo a secas, ni de desarrollo sostenible en la terminología de las Naciones Unidas, sino de un “desarrollo con identidad para el buen vivir”. Entender esto es un punto de partida para cualquier estrategia de cooperación con los pueblos originarios.

El “Buen Vivir o Vivir Bien” significa armonía, equilibrio, interdependencia de todas las formas de vida, relaciones comunitarias y saludables, la tierra como “madre” y no como mercancía, el uso y distribución racional de los recursos son algunas características de la visión indígena de “una vida plena”, que en occidente llamamos “derechos”.

Por ejemplo, mientras los organismos internacionales y agencias de cooperación miden la pobreza desde el ingreso económico y el acceso a servicios básicos como salud, educación, vivienda, etc., desde la visión del pueblo quechua la pobreza o mútsui es la carencia de productos agrícolas básicos para la alimentación y la ausencia de una actitud de preservación de la biodiversidad. Por tanto, el mútsui se entiende como algo circunstancial, una anormalidad que puede resolverse a través de relaciones de solidaridad que caracterizan a las comunidades indígenas, explica el antropólogo ecuatoriano Carlos Viteri Gualinga.

Por esto, cualquier estrategia de desarrollo y cooperación para y con los pueblos indígenas requiere entender el vínculo indivisible con sus territorios tradicionales. Su bienestar está en la tierra, porque de ella depende directamente su supervivencia y porque cultural y espiritualmente están unidos a ella.

La cooperación con los pueblos indígenas debe atender su visión sobre el “Buen Vivir” y el vínculo indivisible con el territorio

Esto permite entender por qué una de las reivindicaciones históricas de los pueblos originarios es la protección de sus territorios para evitar el uso de sus tierras ancestrales para agricultura y ganadería extensiva, tala de árboles, minería o industria. Ante el desafío del cambio climático y la degradación medioambiental, los pueblos indígenas son en este momento los mejores guardianes de la biodiversidad en los territorios que administran. 

Socios y actores de la cooperación

La cooperación con los pueblos indígenas debe plantearse desde la comprensión de la filosofía del “Buen vivir/ Vivir Bien”, pero también desde el derecho a ser socios y actores centrales de un “desarrollo con identidad” y a trabajar en conjunto con los gobiernos, agencias de cooperación y organismos internacionales, explica Gabriel Muyuy, secretario técnico del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC).

Hay que revisar la cooperación hacia una visión y acción integral coordinada y alineada a las prioridades de nuestros pueblos y no a las agendas propias de los países o de los donantes. Aún sigue habiendo acciones muy dispersas, cada uno con su agenda”, sostiene Muyuy, quien pertenece al pueblo Inga de Colombia.

Este punto es clave para abordar de forma integral situaciones estructurales que preocupan a los pueblos indígenas como derechos territoriales, autogobierno, fortalecimiento de capacidades técnicas, etcétera, asuntos “que una sola institución trabajando aisladamente no puede resolver”, subraya Muyuy.

La Iniciativa de Cooperación Indígena (ICI)- Suma Kawsay, propuesta por el FILAC, establece que los pueblos indígenas deben ser tratados como sujetos de derechos y no como simples beneficiarios y/o destinatarios de la acción de las agencias estatales y de la cooperación. Por lo tanto, la ICI llama a superar la jerarquía de las relaciones donante receptor/demandante/usuario/ para evolucionar hacia relaciones de alianzas y partenariados para alcanzar el “Suma Kawsay”, que en quechua significa buen vivir con el bien común como horizonte.

Para ello, la iniciativa ICI, lanzada en 2021 y que se presentará en el Encuentro de Altas Autoridades  a finales de julio, impulsará el diálogo y la cooperación de los pueblos indígenas con gobiernos, organismos internacionales y demás actores de la cooperación, fortaleciendo la autogestión de sus propios procesos de desarrollo, la formación de capacidades, así como la adecuación de las legislaciones y políticas públicas para que puedan ejercer plenamente sus derechos.

Una oportunidad para la CSS y Triangular

La cooperación Sur-Sur y Triangular puede convertirse en una herramienta para superar las relaciones jerárquicas de la cooperación tradicional y propiciar un trabajo más colaborativo entre diferentes actores y los pueblos indígenas para lograr ese desarrollo con identidad que están proponiendo.

Los pueblos indígenas piden relaciones más horizontales. Ser socios y aliados y no simples beneficiarios o receptores de cooperación

“Se espera que la ICI sea un mecanismo o un instrumento de cooperación Sur-Sur y Triangular (CSSyT) entre pueblos indígenas, gobiernos y cooperantes, que permita abrir caminos y fortalecer los procesos comunitarios”, explica Muyuy.

Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar este objetivo, ya que estas modalidades de cooperación para y con los pueblos indígenas han estado prácticamente ausentes de las definiciones de política pública en la mayoría de los países iberoamericanos y apenas representan 1,2% del total de iniciativas de CSSyT registradas en los últimos 20 años por los países iberoamericanos en la plataforma SIDCSS.

Sin política, la acción pública queda reducida a acciones y esfuerzos episódicos y a una cierta opacidad, sin dirección ni horizonte estratégico”, afirma Gerardo Zúñiga autor principal del estudio “Cooperación Sur-Sur y Triangular con Pueblos Indígenas”, realizado en el marco de la alianza entre la Secretaría General Iberoamericana y la Unión Europea.

Este trabajo también llama la atención sobre el hecho de que en ninguna de las escasas 96 iniciativas (de un total de 7.967 en 20 años) los pueblos, grupos y/o poblaciones indígenas participaron decidiendo de forma autónoma ni en los ámbitos ni en ninguna de las etapas de los proyectos. Esto, a pesar de que eran estas poblaciones las “beneficiarias” de esta cooperación.

El análisis también revela que un 73% de las iniciativas de cooperación hacia los pueblos indígenas registradas en la plataforma iberoamericana SIDCSS estaban diseñadas bajo el modelo de Cooperación Sur-Sur bilateral, siendo México, Colombia, Chile, Perú, Ecuador y Bolivia los países líderes en cooperación con este colectivo.

De un total de 7.967 iniciativas de Cooperación Sur Sur y Triangular registradas por países iberoamericanos en los últimos 20 años, apenas 96, el 1,2% han sido para o con pueblos indígenas

En cuanto a los sectores, el informe destaca que la educación intercultural bilingüe y la salud intercultural son los ámbitos que ocupan casi el 30% de las iniciativas de CSS y CT para o con pueblos indígenas; en tanto que un 15% corresponde a iniciativas sobre economía, producción y comercialización en agricultura, turismo, silvicultura, artesanías y la acuicultura.

Temas clave para la agenda cooperación

El antropólogo Gerardo Zúñiga, quien también asesora al FILAC en la formulación de la estrategia ICI, considera que el Plan de Acción para la Implementación de los Derechos de los Pueblos Indígenas aprobado en 2018 y elevado a la Cumbre Iberoamericana, representa una oportunidad para impulsar y replantear la cooperación Sur-Sur y Triangular con las poblaciones

Zúñiga propone nuevos principios que deberían guiar la cooperación con las comunidades indígenas: horizontalidad, beneficio mutuo, liderazgo de los receptores, mutua responsabilidad y eficacia.

Nos encontramos en un terreno fértil para optimizar el potencial de estas modalidades de cooperación a partir de nuevos marcos de entendimiento, directrices e instrumentos para que sea útil para resolver los desafíos, problemáticas y cuestiones de interés de los pueblos indígenas”, asegura.

Pero ¿cuáles son estas cuestiones de interés? Aunque existe una multiplicidad de temas, la estrategia de cooperación del FILAC destaca los siguientes:

  • Recuperación económica postpandemia
  • Fortalecimiento y protección de los conocimientos tradicionales
  • Participación, consulta y consentimiento previo, libre e informado
  • Derechos preferentes para la conservación, uso y goce de los recursos naturales
  • Salvaguardas y procesos extractivos
  • Derechos territoriales y áreas silvestres protegidas
  • Pertinencia cultural y transversalidad de los asuntos del interés de los pueblos indígenas en la gestión pública
  • Pueblos indígenas transfronterizos
  • Pueblos indígenas en aislamiento voluntario
  • Estadísticas fiables y generación de conocimiento

Martín Rivero Illa, coordinador del Espacio de Cohesión Social de la SEGIB considera que la cooperación para el reconocimiento y efectivo cumplimiento de los derechos de los Pueblos Indígenas se encuentra en un momento decisivo para poder avanzar hacia nuevos modelos que superen las lógicas tradicionales e incorporen la cosmovisión indígena de manera integral. De esta forma, seremos capaces de impulsar un desarrollo con pertinencia cultural que verdaderamente “no deje a nadie atrás”, concluye.

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