“El conocimiento tiene un costo, pero la ignorancia tiene un costo aún mayor”. Lo decía el científico portugués Sandro Mendonça cuando todavía no imaginábamos lo costosas que serían las brechas científicas, tecnológicas y educativas durante una pandemia mundial que transformó la educación y las formas de trabajar, mientras la ciencia trabajaba a contrarreloj para producir una vacuna.
En Iberoamérica vimos el valor de la ciencia, la tecnología y la innovación no solo para atender necesidades puntuales como tratamientos, respiradores, educación a distancia o teletrabajo. También entendimos cuán importante es el conocimiento para enfrentar desafíos estructurales de nuestra región como la productividad, el empleo, la lucha contra la pobreza o aportar mayor valor añadido a nuestras economías. Estas tareas pendientes, tantas veces postergadas, profundizaron la crisis y están haciendo más lenta la recuperación.
“Crecemos con la idea de que la ciencia y la tecnología se hacen en otro lado. Tenemos que darnos cuenta de que invertir en ciencia y tecnología es también luchar contra la pobreza”, afirma el científico mexicano Jorge Islas Sampeiro.
“El conocimiento genera valor económico y social, empleos de mejor calidad, amplía la capacidad exportadora de nuestros países, lo que a su vez tiene impacto en la calidad de vida de las personas”, concluye la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en su informe “Innovación para el Desarrollo”.
En este escenario, dedicamos este nuevo número del Portal Somos Iberoamérica a una necesaria apuesta por la ciencia, la tecnología y la innovación, así como por la Educación Superior y la movilidad del talento para transitar hacia una recuperación con transformación.
Educación Superior
Precisamente esta nueva edición del portal Somos Iberoamérica coincide con la Tercera Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES 2022), organizada por la UNESCO del 18 al 20 de mayo. El director de la UNESCO-IESALC, Francesc Pedró explica en este número por qué hoy es tan importante “La Educación Superior en un mundo sostenible” y cómo las universidades deben adaptarse y ayudar a construir una nueva y mejor normalidad.
“Hablar de educación Superior es hablar también de inclusión, justicia social, equidad, desarrollo y democracia”, señaló el secretario general iberoamericano, Andrés Allamand, en el Encuentro Iberoamérica-Unión Europea: una mirada compartida a los futuros de la educación superior”, que se realiza en el marco de la 3ª Conferencia Mundial de Educación de Superior (CMES 2022).
Citando estudios de la UNESCO, Allamand explicó que por cada año que se añade a la formación promedio de la población, se reducen los niveles de violencia, se mitiga la desigualdad, se consolida el estado de derecho y se aumenta el crecimiento económico.
“Hablar de educación superior es hablar de inclusión, justicia social, equidad, desarrollo y democracia” (Andrés Allamand, secretario general iberoamericano).
En este sentido, en la reciente Reunión Ministerial de Educación Superior, preparatoria de la XXVIII Cumbre Iberoamericana, nuestros países reafirmaron su compromiso con la “educación superior como un bien público social, un derecho humano universal y un deber del Estado”, destacó Allamand.
En las universidades se produce el 60% de la innovación y la investigación de nuestra región y es allí donde se forma el recurso más importante para cualquier país: su capital humano. Bajo esta concepción, es urgente vincular los conocimientos, capacidades y destrezas que se imparten en las aulas con la realidad económica y social de nuestros países.
La pertinencia y relevancia de las enseñanzas impartidas en las universidades vuelve a estar sobre la mesa, tras el choque que supuso la pandemia para la educación universitaria, especialmente para aquellos estudiantes en situación más vulnerable.
¿Cómo debe ser la universidad del siglo XXI? Esta fue la pregunta que hicimos a docentes que protagonizan un interesante proyecto de innovación social precisamente para formar habilidades blandas como el pensamiento crítico, la solución de problemas, el trabajo colaborativo o una mentalidad orientada a la innovación, que son capacidades que ninguna máquina ni robot puede reemplazar.
Según cifras de la OIT, el 70% los egresados de las universidades en 2030 trabajarán en profesiones que hoy todavía no existen. Por lo tanto, el aprendizaje a lo largo de la vida, la capacidad de adaptación y la reinvención constante son habilidades transversales que no solo sirven para “adaptarnos” a un mundo incierto, sino para mejorarlo.
Para ello, la cooperación regional es fundamental en temas como la transformación digital, el reconocimiento de períodos de estudio y títulos universitarios, así como facilitar la movilidad de estudiantes y profesionales entre universidades y empresas a nivel regional. Es en estos aspectos en los que Iberoamérica avanza para consolidar un espacio común de educación superior que apoye la calidad y pertinencia de la enseñanza universitaria.
Movilidad del talento
Suele decirse que el talento está bien repartido, no así las oportunidades. Facilitar la movilidad de estudiantes para que realicen formaciones puntuales o períodos de estudio en universidades de otros países de la región o que profesionales o investigadores hagan prácticas o proyectos fuera de sus países es determinante para conectar ese talento con las oportunidades.
En esta dirección va el Convenio Marco para la Circulación del Talento, suscrito en la XXVII Cumbre Iberoamericana, y en el cual ya participan nueve países iberoamericanos. Este acuerdo facilita el traslado de profesionales e investigadores entre países iberoamericanos para realizar prácticas o pasantías de estudio.
Iberoamérica cuenta con un convenio que facilita la movilidad de profesionales y estudiantes de educación superior para trabajar, realizar pasantías o prácticas en los nueve países que participan en el acuerdo.
Tan importante como la movilidad profesional es la movilidad educativa. Iberoamérica es la segunda región del mundo con menos movilidad académica, con apenas un 3% de estudiantes que realizan estudios fuera de sus países, según datos de 2019 presentados por la Organización de Países Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
Ante las dificultades de movilidad, agudizadas tras las restricciones de la pandemia, la UNESCO-IESALC propone nuevas formas de aprendizaje que conllevarían combinar la movilidad presencial con la movilidad estudiantil virtual, que “puede desempeñar un papel fundamental en la remodelación de la internacionalización de la educación superior en el período postpandemia”, afirma en su informe “Mentes en movimiento».
Precisamente en esta línea apunta el reenfoque de la plataforma Campus Iberoamérica, que en una nueva fase se propone sumar nuevas opciones de intercambio virtual a las oportunidades ya existentes de movilidad presencial dentro de Iberoamérica.
Ciencia, Tecnología e Innovación
“Se está extendiendo la idea de que no necesitamos desarrollar tecnología, porque podemos comprar todo más barato de China. Compramos productos fabricados, pero no desarrollamos suficientemente el conocimiento”, opina la científica brasileña Andrea Moura Bernades.
La pandemia evidenció cuán importante es generar ciencia y tecnología localmente, así como intercambiar conocimientos y crear redes de investigación dentro de nuestra región, algo en lo que trabaja activamente el Programa CYTED, que durante casi cuatro décadas ha protagonizado el desarrollo de “ciencia iberoamericana”, conectándola con el tejido productivo.
Tan importante como el desafío de la transferencia de conocimiento científico, es el de la igualdad de género en las disciplinas STEM. En Iberoamérica un 44% de mujeres se dedican a la investigación científica contra un 56% de los hombres. La participación se reduce a un 40% en los campos de ingeniería, tecnología y ciencias agrícolas, según datos del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (Observatorio CTS).
¿Por qué persisten estas diferencias? El testimonio de la conocida científica mexicana Lilia Meza Montes ofrece algunas pistas, que pueden resumirse en roles de género, expectativas familiares o la discriminación en el liderazgo de los proyectos durante la etapa profesional.
Educación, ciencia, tecnología e innovación (CTI) son activos estratégicos, no solo para superar la crisis socioeconómica que vive Iberoamérica, sino también para hacerlo desde la equidad. Las políticas públicas en CTI deben estimular el avance científico tecnológico, a la vez que contribuyen a cerrar las brechas existentes en estos campos, tanto a nivel de los países como dentro de las sociedades.
Los planes de recuperación de la pandemia ofrecen la posibilidad de orientar las estrategias y políticas de CTI y educación superior al servicio de un desarrollo verde e inclusivo, así como para fortalecer la cooperación regional en estas áreas tan estratégicas para un futuro que se escribe hoy.
????️ VIDEO
Conoce cómo Iberoamérica avanza en la Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación.